martes, 24 de octubre de 2006

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Llueven relojes grises sobre la ciudad pintada de un modernismo de imitación. El tiempo tiene hoy el rostro de una serpiente enroscada, que se muerde la cola con una mueca oscena, incapaz de estirarse y mirar al frente. Muerde y muerde, y se envenena. El invierno será duro y de nuevo derrotará a más ejércitos que las bombas. Aunque siempre nos quedará Madrid, nadie sabe qué será de nosotros mañana, ni siquiera esta noche oscura y húmeda. La cama enorme cada día está más fría. Mi soledad grita tu pronombre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

from Portugal/Alentejo to Spain with love ... gratias por tu comentario